Dallas se mete en las Finales por la puerta grande

Hace dos años, Luka Doncic logró su victoria más importante en la NBA hasta el momento, y lo hizo de una forma inolvidable. En el Footprint Center de Phoenix aún resuenan los ecos de sus triples en una primera parte que terminó 27-57 a favor de Dallas y que dejó sentenciado aquel Game 7 de las semifinales de conferencia, y algo similar ocurrirá en el Target Center de Minnesota a partir de ahora. Esta vez, con un 40-69 al descanso y un 103-124 en el marcador final en el choque le ha valido a los Mavericks un billete a las Finales de la NBA.

Dijo Marx que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, afirmación que hoy podemos poner en cuestión. La primera vez fue una tragedia para los Suns, pero en esta segunda los Mavericks tienen muy poco de farsa y mucho de realidad, tal como han venido demostrando en unos playoffs en los que parecen haber ido de menos a más. Irregularidad contra los Clippers, más solidez ante OKC, y dominio frente a Minnesota. Especialmente en un Game 5 que es ya historia de la franquicia.

Luka Doncic es un jugador que acostumbra a empezar los partidos muy enchufado y anotando mucho, pero ese no ha sido necesariamente el caso en estos playoffs. Al parecer se estaba guardando todos los puntos para hoy. El esloveno salió con la clara intención de decirle a los Timberwolves que podían contentarse con haber evitado el 4-0, y a base de triples a cada cual más lejano empezó a dinamitar desde muy pronto el choque y a llenar de desesperación a una grada que tenía una noche muy dura por delante. Con 20 puntos en los primeros 12 minutos, anotó por sí solo más que todos los Timberwolves y con una pequeña ayuda de sus compañeros la diferencia se fue por encima de los dobles dígitos. Y de ahí en adelante, pareció que solo podía crecer.

Tras 12 minutos de Doncic anotando tiros desde Liubliana y haciendo trash talk a la ciudad entera de Mineápolis, a Chris Finch no le quedó otra que mandar dos defensores sobre él cada vez que recibía un bloqueo para intentar de alguna manera contener el huracán. Pero si estos Mavs tienen un número 1 de élite, qué decir de su número 2. Aprovechando la atención extra a Luka, Kyrie Irving tomó el relevo y empezó tanto a aprovechar las situaciones que Doncic generaba como a crear tiros para sí mismo y sus compañeros. Y como toda bola de nieve que ha echado a rodar ladera abajo, la cosa ya solo podía hacerse más grande para los locales, que vieron a Irving convertir 15 de sus tantos en el segundo periodo mientras el sentimiento de impotencia crecía.

Una segunda parte sin alicientes

Porque Minnesota acabó la primera mitad totalmente fuera del partido, tanto en el marcador como a nivel mental. Con enormes dificultades para anotar y viendo a su rival en estado de gracia reventar el encuentro, los Wolves entraron en una fase extrañísima en la que eran Jordan McLaughlin y Kyle Anderson quienes asumían los lanzamientos mientras la temporada moría. Y aunque en la segunda parte Anthony Edwards y Karl-Anthony Towns sumaron y medio amagaron con lograr un parcial que devolviera algo de esperanza a la grada, fue muy poco muy tarde y la distancia ni siquiera bajó de los 20 puntos.

Y es que pese a todo, aun con la sensación de haber bajado revoluciones para evitar cualquier incidente, Doncic e Irving siguieron divirtiéndose y anotando a placer. Ambos terminaron la noche combinándose para un total de 72 tantos, 36 cada uno, convirtiéndose en la tercera pareja de compañeros en la historia en sumar al menos 35 puntos cada uno en un encuentro de Finales de Conferencia, algo que solo habían logrado antes Shaq y Kobe en 2001 y Drexler y Terry Porter en 1992.

Dallas vuelve de esta manera a unas Finales que no visita desde 2011, año en que ganó su primer anillo. En ellas espera Boston, que selló su clasificación hace unos días y seguramente habría agradecido que esta eliminatoria se alargase para encontrarse con un rival más mermado físicamente. Pero no será el caso. Ya solo quedan dos equipos vivos. Y en apenas unas semanas, solo podrá quedar uno.

(Fotografía de portada: David Berding/Getty Images)


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