Es común hacer referencia a la nube negra que acompaña al baloncesto en Nueva Orleans. Un equipo al que obtener tres talentos potencialmente generacionales en los últimos 15 años únicamente le ha valido para alcanzar los playoffs en cinco ocasiones y solo dos semifinales de conferencia. Sin embargo, se suele ignorar que el nubarrón tiene identidad propia y responde al nombre de los Saints y al hecho de ser el mercado baloncestístico más pequeño de cuantos tienen equipo en la NBA. Para un club que cuenta con una desventaja tan obvia con respecto a sus competidores, cada fallo en la gestión pesa el doble. Y los Pelicans, antes Hornets, parece que juegan a coleccionarlas. No es casualidad que Chris Paul y Anthony Davis acabasen forzando una salida desesperada hartos de que la hierba no creciese a su alrededor. Por ello, cuando las sirenas cantan acerca de las fricciones entre Zion y la franquicia, pocos lugares más propicios para la verosimilitud de estas historias que Nueva Orleans.
Siguiendo las pistas del neblinoso caso Zion Williamson
Es común hacer referencia a la nube negra que acompaña al baloncesto en Nueva Orleans. Un equipo al que obtener tres talentos potencialmente generacionales en ...

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