30 equipos, 30 secundarios (22-23) – División Suroeste

Tras 13.517 palabras y 28 páginas de Google Docs, llegamos al final de la serie. Sólo espero que esto os transmita más pena que alivio. ...

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Por David Sánchez

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Tras 13.517 palabras y 28 páginas de Google Docs, llegamos al final de la serie. Sólo espero que esto os transmita más pena que alivio. Vamos allá.

División Atlántico

División Noroeste

División Sureste

División Pacífico

División Central

Dallas Mavericks – Josh Green 

Que la carrera de Josh Green iba a cambiar drásticamente quedó claro desde que se le vio lanzar el primer triple de la temporada. Un detalle que sintetizaba lo que sin duda alguna fue un verano de interminables y solitarias jornadas de tiro en el pabellón de turno. La mecánica del australiano había cambiado drásticamente para darle fluidez a lo que antes era una ejecución en dos tiempos. Juzguen ustedes entre el antes:

Y el ahora:

https://twitter.com/TheBoxAndOne_/status/1585974893207691267?s=20

Como todas esas promesas cada vez que se veía a Ben Simmons anotar triples en pretemporada, pero esta vez con el sustento de la competición real. Green ya era un jugador tremendamente útil en Dallas a pesar de sus problemas en el tiro exterior. Su inteligencia en ataque como distribuidor secundario y su capacidad defensiva le llevaron a ser importante en los pasados playoffs a pesar de que por momentos se intuyó que podría salir de la rotación. Pero metiendo el 41,6% (venía de un 22,5% en la postemporada) de sus triples en catch-and-shoot, su techo es otro. 

Sobre todo por las puertas que abre para dividir defensas con bote, el punto más fuerte de su juego por cómo lee la pista una vez llega a zonas interiores. Incluso queda la idea de seguir siendo un jugador infrautilizado cuya aportación es la máxima que el contexto le brinda y, en ocasiones, un poquito más. Green es uno de los mejores pequeños de la liga en situaciones de bloqueo y continuación en las que él pone la pantalla. Por su renovada amenaza en la continuación hacia fuera, por su capacidad de pase desde el short-roll y porque su físico le permite acabar fuerte cerca del aro. Los 1,3 puntos que produce en este tipo de jugadas está en el 80 percentil de la NBA, pero los Mavs solo la ejecutan 0,2 veces por partido. 

La temporada de los Mavs ha sido un desastre por falta de herramientas, especialmente defensivas. Pero en el debe de Jason Kidd también está no saber sacar un rendimiento mayor a jugadores que estaban para dar más. Josh Green es su mayor pecado, aunque también una pequeña ventana al optimismo de los texanos, que no van sobrados de buenas noticias en el horizonte.

New Orleans Pelicans – Dyson Daniels

Dyson Daniels aquí más por deseo que por realidad. Aunque de argumentos va sobrado. Quizás los secundarios de los Pels sean la nota más positiva de una temporada que ha acabado muy a la baja. En esta misma página, servidor le dedicó un artículo a la forma en la que la franquicia ha desarrollado a sus piezas de rotación de un tiempo a esta parte sin dejarse arrastrar por inercias negativas. 

El salto de Trey Murphy le convierten ya en uno de los 3&D más salvajes de la liga, Herb Jones sigue siendo un espectacular defensor exterior a pesar de sus problemas en ataque, José Alvarado ha visto cortada su gran temporada inicial con lesiones y Naji Marshall ha ido perdiendo peso en la rotación por pura inercia. Dyson Daniels es otra cosa a este respecto. 

Por mucho que en la noche del draft se lancen campanas al vuelo, un pequeño vistazo a cualquier edición demuestra que no es tarea fácil acertar ni siquiera con un top 10. Pero Daniels, que eligió el G League Ignite tras salir del reconocido proceso formativo de Australia, ha jugado su primera temporada como un jugador mucho más maduro de lo que dicta su carnet de identidad. 

Desde el principio el ausie demostró hacer justicia al linaje reciente del baloncesto australiano, caracterizado por jugadores de elevado IQ y fundamentos infinitos en cualquier posición sobre una cancha de basket. Daniels es una máquina de tomar buenas decisiones y un defensor tremendo sobre balón y líneas de pase. 

https://twitter.com/NBA_University/status/1598323520664211456?s=20

Sin embargo, su presencia en tan prestigioso texto se debe a la triste ausencia que, con suerte, podrá rellenar en los anhelos del aficionado NBA. Hace no demasiado, se conoció que Lonzo Ball, a la desesperada, se iba a someter a un tratamiento experimental para solucionar de una vez por todas sus incesantes problemas de rodilla. Lo cual implica que, como poco, se perderá la temporada 2023-24 al completo después de llevar desde enero de 2022 en el dique seco. 

Y, aunque quede camino por delante y los senderos del baloncesto sean inescrutables, la casualidad ha querido que el verano pasado llegase a la liga un joven que representa a la perfección lo que ha sido Lonzo después de asentarse en la élite. Desde su último año de púrpura y oro, Ball demostró ser uno de los playmakers más económicos del mundo. Uno que demandaba una ínfima cuota de balón para poner en ventaja a sus compañeros y desnudar las defensas rivales. Tanto en transición, la cual alimenta con su espectacular despliegue defensivo, como a media cancha, donde la mejora en su lanzamiento exterior le regaló aún más espacios interiores que explotar con su físico y capacidad de pase. 

Sin ser exactamente esto, Daniels se ha sentido igual de cómodo siendo un base más al uso o compartiendo pista con jugadores que amasan más balón. Rara es la ocasión que una ventaja muere en sus manos sin que el australiano alimente a uno de sus compañeros. Esta capacidad para pesar en el juego sin apenas tocar el balón incide en su volumen de acciones y, seguramente, en la irregularidad de sus porcentajes.

Aunque los Pels hayan dado pasos en paralelo a Ball y las lesiones estén amargando la carrera de este, vista hoy en día la salida de Lonzo sigue siendo una dudosa decisión en New Orleans. Pero, si no podemos volver a gozar del exquisito creador de los Bulls y los sureños quieren conformarse con alguien que supla lo que este representaba, pocos más adecuados para ello que Dyson Daniels.

Memphis Grizzlies – Pretti Nails

Con todo el drama que han regalado (y siguen regalando) los Memphis Grizzlies a lo largo de la temporada, se hace complicado centrarse en lo deportivo. Resulta más sencillo fijarse en las bravuconadas que Dillon Brooks protagoniza noche tras noche, en los escándalos extradeportivos de Ja Morant e incluso en las ausencias de Steven Adams y Brandon Clarke. 

El curso, de peores sensaciones que el pasado a pesar de finalizar en la misma posición como subcampeones de liga regular en la Conferencia Oeste, se explica bastante a través de la ausencia de grandes secundarios como lo fueron en tiempos recientes Kyle Anderson, DeAnthony Melton o los mencionados Clarke y Stevens. La rotación de los Grizzlies, de longitud inigualable hace solo un año, se ha empequeñecido. Y, como consecuencia, lo mismo ha hecho la lista de secundarios entre los que elegir. 

Con todo y con eso, Memphis continúa teniendo armas para ser un equipo correoso y difícil de batir. En este caso, las uñas de sus jugadores. Primero fue Nikola Jokic quien, con el partido apenas iniciado, fue pasto de los zarpazos de Jaren Jackson Jr. para agravar su ya de por sí magullado brazo: 

https://twitter.com/JoelRushNBA/status/1629656311058296833?s=20

En ese partido, los Grizzlies lograron sacar del partido al dos veces MVP y acabaron endosando una severa paliza a los Nuggets (112-94). 

Y, apenas dos semanas después, era Anthony Davis quien recibió un corte en su rostro, esta vez a manos de David Roddy: 

En este caso es más complicado discernir hasta qué punto el de Memphis golpea la nariz de AD con sus garfios. Pero es difícil explicar un corte tan profundo cuando Roddy va al palmeo con la mano totalmente abierta y no parece que haga fuerza suficiente para provocar tal hemorragia. 

Dejarse las uñas afiladas es una práctica muy común en la NBA, más de lo que parece. Pero la casualidad quiso que, en poco más de diez días, los Grizzlies sacasen a pasear su manicura con violentos resultados en partidos que, fíjate tú, vi en directo. Pretti Nails es el salón de manicura más cercano al FedeEx Forum. Aunque puede que no sea el favorito de los jugadores para poner a punto sus finas garras. Tampoco os lo toméis muy a pecho.

San Antonio Spurs – R.C. Buford y Gregg Popovich

¿Y ahora qué os cuento yo de los Spurs? Desde que llegué a esta Santa Casa, he mantenido una relación irregular con la franquicia texana, marcada sobre todo por la caída hacia la irrelevancia que los de Popovich han sufrido a partir de aquel marzo de 2021 en el que nbamaniacs me abrió sus puertas. 

Esto último provoca que cada año pasen por mi League Pass menos encuentros de los Spurs que el anterior. Con la contraindicación de que, como encargado de las previas de la División Suroeste cada temporada, me veo obligado a recuperar partidos suyos en el tardoverano para dedicarles el análisis que los lectores merecéis. 

Sin embargo, ahora mismo no tengo nada en la cabeza que no sea lo interesante que me ha resultado Jeremy Sochan en los pocos partidos que nos hemos encontrado cara a cara y el desconcierto general que me producen las individualidades del equipo más allá de Keldon Johnson y Devin Vassel. 

¿Y qué haces cuando no sabes de qué hablar? Pues tomar a uno de los dúos con mayor literatura de los últimos 30 años en la NBA. RC Buford y Gregg Popovich son las caras más reconocibles de una dinastía que se ha prolongado casi dos décadas, cuyo modelo es tan impecable como único y que, todavía hoy, es la principal fuente de la que se nutren los banquillos de la liga. Ya sabéis, ese frondoso árbol táctico de los Spurs. 

Popovich siempre dice que su éxito se debe a “haber elegido a Tim Duncan en el draft”, pero la longevidad ganadora de San Antonio tiene a la continua adaptación al medio como principal aliado. Desde el plomo del 99 al Beautiful Game de 2014. Las cosas bien hechas bien parecen. 

Y, precisamente porque todo esto es tangible y vive en el imaginario colectivo de la NBA y su entorno, la manga tiende a ensancharse cuando se habla de los Spurs. Seguramente sabiendo que venían vacas flacas, Buford decidió en 2019 dejar el puesto de General Manager que había ocupado desde 2002 (lleva desde 1988 en la organización). Su nuevo puesto como CEO es lo más alejado que ha estado el directivo de la esfera puramente deportiva, pero el velo de su legado sigue cubriendo los hombros de las oficinas de San Antonio y las decisiones que en ellas se toman. 

Que esta franquicia eligiese a Manu Ginobili con el número 57, a Tony Parker con el 28 o a Kawhi Leonard con el 15 lleva a pensar que esta gente es más lista que el resto. Que esas apuestas que sólo ellos hacen van a resultar rentables cada vez. De esta forma, se le dan vidas extra a la extraña elección de Josh Primo con el número 12 de 2021 por encima de jugadores como Chris Duarte, Alperen Sengün o Trey Murphy. O Devin Vassell con el número 11 de 2020 justo por encima de Tyrese Halliburton. 

El draft es una puerta abierta a un interminable revisionismo ventajista. Sin embargo, estas elecciones ya fueron grandes sorpresas en el momento que sucedieron. Apuestas por jugadores que nunca estuvieron proyectados para entrar en puestos de lotería. Lo cual hace imposible esquivar la idea de que quizás sean los Spurs los que se han creído que van un paso por encima del resto. 

Caso aparte lo de Joshua Primo. El 28 de octubre San Antonio anuncia la rescisión del contrato del jugador horas antes de que se hiciera pública la denuncia de una exempleada de la franquicia. Hillary Cauthen, psicóloga que ya había salido de la organización, presentó una demanda formal a Primo por exhibir sus genitales en repetidas ocasiones en las sesiones que tenía con él. 

La actuación de los Spurs fue rápida y no tiene ninguna influencia en las alegaciones que Primo y su abogado filtraron días después a modo de excusa. No obstante, cuando la Dra. Cauthen incluyó en su testimonio que las oficinas de los Spurs habían tenido conocimiento de la situación durante meses y no había hecho nada por evitarlo (lo cual terminó desembocando en la marcha de la psicóloga) comienza el usual despeje de balones. 

El caso se cerró el 18 de noviembre con franquicia y víctima acordando la retirada de la denuncia civil. “Las partes hemos acordado resolver este asunto. El caso está completamente cerrado y no tenemos más comentarios que añadir”, declaró Tony Buzbee, abogado de la víctima. R.C. Buford, qué iba a hacer, aprovechó para limpiar la imagen de la organización: 

“Como organización, estamos continuamente evaluando y refinando nuestros procesos para, en última instancia, reflejar los valores y cultura a la que aspiramos cada día. Por ello, hemos decidido colaborar con la Dra. Cauthen y otros expertos en un esfuerzo para revisar y mejorar los procedimientos y procesos de nuestro entorno laboral. Esta es una oportunidad de aprendizaje para nosotros, que tenemos la certeza que nos ayudará a ser mejores. Nuestra organización continúa comprometida con mantener los estándares más altos y continuaremos fieles a nuestros valores y cultura”

R.C. Buford

Todo ello después de mostrar su desacuerdo con los hechos y la cronología de los mismos cuando se presentó la denuncia. En una liga donde es más relevante controlar la información que permea al exterior que la solución del problema en sí, cualquier otra franquicia hubiese sido objeto de una investigación interna por lo sucedido. Pero no los Spurs, cuyo manto sacro les proveé de una condescendencia general tanto en la pista como fuera de ella.

Houston Rockets – Stephen Silas

Aunque hayan fallado en su empresa de ser el peor equipo de toda la NBA, al menos los Rockets sí son el último equipo a tratar en esta serie. Una pena que esto no aumente sus probabilidades de pescar a Victor Wembanyama. 

Stephen Silas. Cómo gestor del caos, Stephen Silas representa una figura fascinante. El entrenador, sea justo o no, personifica las bondades y vilezas del equipo al que no sólo dirige, sino representa. Y el sindiós de Houston ha encontrado una cara en la que centrar todas sus atenciones. 

Es cierto, los Rockets apenas han dado pasos hacia delante desde la dolorosa salida de Morey, D’Antoni, Harden y Westbrook. Los mismos jugadores admiten no percibir atisbo alguno de evolución más allá de ir sumando piezas de talento a través del draft. La anarquía y el desconcierto siguen siendo las principales facultades de un conjunto que, sin elegirlo, ha caído en las manos de Green y Porter Jr. sin saber cómo desprenderse de ellas. 

Esto corre a cargo de Silas, y así debe ser por la naturaleza misma del puesto de head coach. Se dice mucho que llegó a Houston para entrenar a Harden y Westbrook y ha acabado siendo casi un profesor de guardería, lo cual no oculta lo evidente: no ha estado a la altura del reto. Pero lo cierto es que desde el terremoto de 2020, la organización no ha hecho demasiados méritos para no parecer completamente disfuncional. Y Rafael Stone no tuvo ningún reparo en refugiarse tras la figura de una diana fácil como lo era su técnico jefe. 

La 22-23 ha sido una temporada especialmente complicada para Silas. Por todo lo expuesto, por la muerte de su padre (su mayor mentor) el pasado diciembre y por cómo se ha manejado su marcha. Porque no por sabida, es aceptable que se publique conforme suena la bocina del último encuentro y antes de la rueda de prensa pospartido. Igual que, de haberle renovado se habría esperado unas jornadas, cabe esperar lo mismo para anunciar su salida. Nada costaba esperar unas horas o días, aunque parezca demasiado pedir para una franquicia completamente desnortada.

Las sensaciones que deja su etapa en Houston es que Silas va a tardar mucho en volver a hacer méritos suficientes para ganarse una nueva oportunidad. Sus propias palabras hablando de estos tres años suenan a que él lo percibe como una aventura puntual en el tiempo. Y quién va a culparle si decide que se está mejor en esa hilera de técnicos secundarios de la cuál solo se habla (si es que se habla) cuando las cosas van bien. Estar en el disparadero no es para todo el mundo. 

(Fotografía de portada de Todd Kirkland/Getty Images)

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