30 equipos, 30 secundarios (22-23) – División Sureste

Llegamos a una de las difíciles. No hace falta explicar por qué los equipos de esta división resultan de complicado análisis. ¿Cómo explicar la caída ...

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Por David Sánchez

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Llegamos a una de las difíciles. No hace falta explicar por qué los equipos de esta división resultan de complicado análisis. ¿Cómo explicar la caída de los Heat centrándose en un actor secundario? ¿Y la mediocridad de Wizards y Hawks? ¿El desastre de los Hornets? Bueno, se intentará, que al menos los Orlando Magic sí que dejan varias lecturas interesantes en lo deportivo. Con este llegamos al ecuador de la serie.

1ª entrega – División Atlántico

2ª entrega – División Noroeste

Charlotte Hornets – Miles Bridges

Secundario elegido el año pasado: Kelly Oubre Jr.

Desastre sobrevenido. Lo que había sido un atractivo y ascendente proyecto durante dos temporadas, volvía a morir en la orilla del play-in de la manera más cruel. Todo el sendero recorrido corría el riesgo de haber sido en vano. La temporada 21-22 de los Hornets concluía de idéntica forma a la anterior. Mostrando un equipo inofensivo y totalmente vulnerable a los menesteres de quién se hallase en frente en un partido de verdadera enjundia. Como quien dice de la noche a la mañana, James Borrego extravió todo el crédito acumulado y pasaba a ser otro entrenador en paro. El banquillo de Charlotte, para quien lo quisiese. Aunque estos no abundan. 

En una primera ronda de entrevistas, surgieron candidatos como Mike D’Antoni, siempre a la vanguardia ofensiva. Su sintonía y el techo al que elevó a Nash y Harden suponían el principal aval para ser el próximo mentor de LaMelo Ball. Todo tenía sentido. Como lo tuvo que el finalmente elegido fuese Kenny Atkinson, cuya ópera magna siguen siendo esos Nets joviales y de baloncesto generoso que fueron la chicha emparedada entre dos proyectos grandilocuentes y muchos dolores de cabeza. Pero con todo ya anunciado, un escalofrío debió cruzar las vértebras del ahora ayudante de Steve Kerr. Mal augurio, se quedaba en San Francisco. 

El volantazo de Atkinson obligó a Jordan y sus subordinados a actuar con premura, pánico que les llevó a ellos mismos a cambiar de planes y acudir a una ‘vieja confiable’: Steve Clifford. Un entrenador acorde a la nula ilusión que despertaba el proyecto de Charlotte a pocos días del draft y la apertura de la agencia libre. Su llegada, argumentada desde la querencia por un baloncesto que construyese la casa desde los cimientos defensivos, iba a ir acompañado de un verano de nulos movimientos. El equipo necesitaba una reanimación y la gerencia la intentó llevar a cabo con palas de madera. Su offseason se redujo a la firma de Mark Williams desde el draft y a la renovación de Cody Martin. 

Pintaba mal, y la lesión de LaMelo Ball antes del inicio y la recaída en su tercer partido de regreso lo lanzaban todo por el sumidero. Y lo más escabroso es que lo deportivo había que ponerlo en segundo plano. Porque el verano de los Hornets, más allá de las decisiones de Mitch Kupchak y compañía, vino marcado por el episodio de violencia doméstica que protagonizó Miles Bridges contra su pareja. Por el cual fue arrestado y juzgado por la justicia en varias ocasiones desde entonces. 

Bridges ya había dejado muestras de su inconsciencia tiempo ha. No sólo había jugueteado abiertamente con la marihuana, algo que comparte con muchos jugadores NBA, también descuidó alguna que otra imagen en sus redes sociales tomando lean, una mezcla de codeína y prometazina elaborada a base de analgésicos y jarabe que puede producir efectos como: euforia, aturdimiento, pérdida de la noción del tiempo, somnolencia, mareo, lentitud en los movimientos, visión borrosa y hasta alucinaciones y convulsiones. Bridges zanjó su temporada lanzando su protección bucal a un aficionado, pero ni siquiera con esas se podía prever un desenlace como el suyo. 

Una pequeña cronología: 

  • 29 de junio de 2022: Miles Bridges es detenido después de declararse entregarse a la policía por un episodio de violencia doméstica contra su esposa Mychelle Johnson.
  • 30 de junio: Bridges paga una fianza de 130.000 dólares para salir de la cárcel con libertad condicional. 
  • 13 de julio: los Hornets, que barajaban retirar la oferta cualificada sobre el jugador, deciden mantenerla. 
  • 19 de julio: el fiscal del distrito de Los Ángeles emite sobre Bridges los cargos de tres cargos: uno por violencia hacia la madre de sus hijos y dos por violencia infantil. 
  • 19 de julio: Bridges se declara no culpable de los cargos. 
  • El acusado prorroga su vista en el juzgado de Los Ángeles varias veces.
  • 3 de octubre: los Charlotte Hornets llegan a un acuerdo con el jugador para dejar expirar su oferta cualificada en marzo de 2023. 
  • 3 de noviembre: tras declararse no culpable (que en legislación es un limbo entre la inocencia y la culpa que, a grandes rasgos, permite aliviar castigos penales), la fiscal de Los Ángeles condena a Bridges a tres años de libertad condicional vigilada, un año de cursos sobre violencia doméstica, 52 semanas de asesoramiento a la paternidad y 100 de servicios a la comunidad. 
  • 23 de diciembre: Adrian Wojnarowski revela en ESPN que franquicia y jugador mantienen negociaciones para un nuevo contrato. Los Hornets desmienten estas conversaciones de forma inmediata. 
  • 10 de febrero de 2023: los Charlotte Hornets hacen pública la investigación paralela que la NBA lleva a cabo sobre el caso de Miles Bridges. 
  • 22 de febrero: Miles Bridges cuenta a Associated Press que “podría volver en marzo”. 

El problema aquí no es legal, pues esa vía ya está más que controlada por las autoridades estadounidenses. Tampoco ético, pues no es el primer caso del estilo que invita a abrazar el cinismo con los distintos baremos que aplica la justicia según el bolsillo y reputación del que se sienta en el estrado. Lo relevante aquí es cómo las prisas y el poco control que ejercen sobre el mensaje han vuelto a socavar la reputación de una franquicia que no termina nunca de alzar el vuelo. Hace un par de semanas, trascendió que Michael Jordan iniciaba el proceso de venta de los Hornets. Ni la terquedad de MJ sobrevive a Charlotte.

Washington Wizards – Delon Wright 

Secundario elegido el año pasado: Corey Kispert

Creo que, desde la marcha de Westbrook no hay equipo que haya visto menos que los Wizards, y eso que fueron sensación al inicio de la 21-22 y les pillé algún que otro encuentro. El caso es que desprenden la misma sensación de intrascendencia ahora que cuando se lograban meter en playoffs. Curiosamente Washington cuenta con unos cuantos secundarios que son de mi agrado. De Kispert me enamoré en Gonzaga, a Deni Advija le sigo esperando, Gafford solucionaría problemas en varias franquicias. 

Pero, como me ha pasado tantas veces durante años, me tengo que quedar con Delon Wright. No entiendo la irrelevancia en la que se ha visto sumergido la carrera de un tipo que lo hace casi todo bien cada vez que sale a cancha. Bueno, sí lo entiendo, ha jugado en equipos bastante deprimentes durante gran parte de su carrera. Primero a la sombra de Lowry y VanVleet en Toronto y después en los Grizzlies post-Marc, en los Mavericks del segundo año de Doncic, Detroit, Sacramento (¿Os acordáis de los Kangz?). 

En Atlanta el curso pasado ya me pareció que el equipo tenía otra cara cuando Wright gozaba de oportunidades, pero a estas alturas se ha convertido en uno de esos trotamundos a los que nunca les sonrió la fortuna de caer en el sitios ideal. Ish Smith, los Holiday que no son Jrue, Jevon Carter hasta que le llegó Milwaukee… No tengo mucho más que añadir. Ya lo avisé. 

Atlanta Hawks – Saddiq Bey

Secundario elegido el año pasado: Onyeka Okongwu

¿Por dónde empezar? En principio el elegido iba a ser Travis Schlenk, ese presidente de operaciones que dejaba su puesto para seguir involucrado en las decisiones del equipo. Traducción: no le podían pagar el finiquito y tiene que ir cobrándolo poco a poco mientras hace las veces de consejero que no aconseja. También hay que entender al bueno de Shclenk, que lo ha intentado todo para seguir teniendo un equipo más bien mediocre. 

Y antes de tomar la decisión definitiva, que pasa por sugerir que quizás Trae Young no sea el jugador sobre el que construir, ha preferido dejarle el marrón a Landry Fields, su heredero. Este ha llegado al cargo para tomar tres grandes decisiones: la renovación de Bogdanovic, el cese de McMillan y el fichaje de Quin Snyder. A este último se le ha prometido poder en la toma de decisiones de los despachos. Draft, traspasos, agencia libre… Lo que quizás implique arrebatarle algo de autoridad a Young. 

El caso, que he elegido a Saddiq Bey por su temprana osadía. Es un jugador interesante, y al que le viene bien que en los Hawks le hayan despojado de buena cuota de balón. Contraproducente en sus tiempos en Detroit. De generador secundario ha pasado a ejecutor con ocasional licencia para generarse su propio tiro. Vaya, el perfil de alero que parecen fabricar en serie en la capital de Georgia. 

La presente (casi pretérita ya) temporada se avecinaba ilusionante para Bey en los Pistons. Aún estaban frescos los 51 puntos que le endosó a Orlando en marzo del curso pasado. Y The Athletic, concretamente James L. Edwards III, decidió escribir un reportaje sobre la offseason del joven alero. Antes de que julio llegase a su ecuador, Bey ya estaba levantándose antes que el sol para preparar el que tenía que ser su año de explosión, El chico había alquilado un Airbnb en las montañas de Colorado, donde el oxígeno escasea, para acostumbrarse a trabajar bajo una presión asfixiante y trabajar en su juego y su mente del alba al ocaso. 

Una pena que cayese en saco roto y su temporada se pueda juzgar como la segunda consecutiva de estancamiento en su juego. Un proyecto de 3&D en el que la ‘D’ hay noches que cuesta recordar que se refiere a la defensa.

Esto no busca jactarse del jugador, ni hacer leña del árbol caído. Sí decir que aquello del “put the work on” hoy en día, en un ambiente tan hiperprofesionalizado como la NBA, no es garantía de nada. Más bien es un mínimo. Lo realmente diferencial, y lo es ahora como lo era cuando los jugadores fumaban dos cajetillas de tabaco diarias, es el talento. Aunque el artículo estaba bastante bien. 

Orlando Magic – Jonathan Isaac

Secundario elegido el año pasado: Markelle Fultz

Los Magic han sido un buen equipo de baloncesto durante tramos suficientes como para ilusionarse con ellos. Escribiría de Markelle Fultz, del cual rescato haber recuperado su absurda verticalidad y el ímpetu con el que ataca el tablero. Jamás un base intentó más putbacks por partido. Lo que pasa es que: 

  1. Tiene la suficiente ascendencia como para sacarle del cajón de los secundarios.
  2. Fue el elegido del compañero Jacobo León el curso pasado. 

En segunda instancia el cuerpo pide Bol Bol, que al fin es más jugador de baloncesto que meme. Su temporada me motivó a escribir sobre su padre, un puente inmejorable para todas las facilidades que el de los Magic ha podido gozar en el primer mundo. Pero su último tramo de temporada y haberse ausentado en los últimos encuentros me ha hecho declinar. 

Espero que no se haya notado demasiado que estaba haciendo tiempo para introducir al protagonista de este epígrafe. Porque, por desgracia, no os puedo contar mucho de Jonathan Isaac que no sepáis. Hablar del alero obliga a desplegar el interminable informe de lesiones y desdichas que le aquejan desde los infaustos tiempos de la pandemia. Ligamento anterior cruzado y recaída, tras recaída, tras recaída. Se suponía que Isaac debía volver a inicios de temporada. Pero habrá que darse con un canto en los dientes porque por fin volvió a jugar un partido de baloncesto. 

El todavía joven jugador volvió a la acción dos años y medio después, previo paso de fogueo por la G League, en uno de los momentos más dulces de la temporada de Orlando. Y en ese equipo que ganaba partidos, su impacto fue real. Cabía la posibilidad de que esa idea que rebotaba en la cabeza del aficionado sobre un chico con potencial de ser uno de los mejores defensores del mundo fuesen a esas alturas meras ensoñaciones provocadas por la idealización de alguien sobre quien alguna vez se dudó si volvería a jugar, pero no. Aquello era real. 

https://twitter.com/UsherNBA/status/1617715058649468930?s=20

Aún se estaba sacudiendo el óxido cuando, al undécimo encuentro, la temporada volvió a echar la persiana para él. El pasado 3 de marzo se operaba de un desgarro en el abductor que le tendrá fuera por tiempo indefinido. Otra vez. Puede sonar injusto y mezquino, pero Isaac duele por ser un talento especial, de esos a los que le nace la defensa de forma natural, como una prolongación de su ser. Lo que no hace falta especificar que supone hoy una rareza. Ojalá que el despegue de los Magic, que ya se insinúa cerca, sea con él medianamente sano. 

Miami Heat – Pat Riley

Secundario elegido el año pasado: Udonis Haslem

En tiempos recientes, la franquicia de Florida ha sido el Edén de los secundarios. La famosa Heat Culture siempre incentivó que jugadores de talento limitado rindiesen por encima de sus posibilidades, pero el actual proyecto ha alcanzado una final de la NBA y un séptimo partido de la final del Este rellenando su plantilla con jugadores rebotados de aquí y allá o salidos directamente de la nada. 

Que este año esos secundarios hayan dado un paso atrás con respecto al curso pasado no es culpa suya, pues resulta arriesgado asentar el techo del equipo en sus hombros, pero el historial de la organización sitúa el baremo a una altura probablemente injusta. Aun así, todavía han existido nombres a rescatar. 

Haywood Highsmith por momentos fue un defensor de gran impacto por su capacidad de absorber cualquier emparejamiento en el sistema de cambios de los Heat. Victor Oladipo al fin ha contado con continuidad y está siendo un magnífico punta de lanza atrás. Udonis Haslem ha anunciado su retirada, lo cual hubiese merecido un lugar privilegiado en este artículo de no ser porque fue el seleccionado hace un curso. 

Pero si hay alguien a quien mirar por la regresión que ha sufrido el equipo, causada en parte por la falta de movimiento en el mercado de traspasos y agentes libres, ese es Pat Riley. Primero, porque el contrato de Kyle Lowry ya ha empezado a hipotecar el presente del equipo menos de dos años después de firmarse. Segundo, por dejar marchar a un titular como P.J. Tucker y no sustituirle hasta febrero con la llegada de Kevin Love. Y, lo más importante, porque quizás haya perdido el toque del Rey Midas. 

Ese que durante años le ha convertido en una especie de Flautista de Hamelín de superestrellas NBA. Cuando primero Kevin Durant y después Donovan Mitchell salieron al mercado, todos giraron su cuello como un resorte para dirigir las miradas a Riley. Y este lo intentó, pero quedó muy lejos de ser un actor relevante en la pelea por dos de esos talentos que te cambian la vida (uno más que el otro). 

El pater no necesita nada para rescatar su legado y demostrar su vigencia como tótem de esta liga. Riley hace mucho que hizo lo más difícil: dotar a la franquicia de una identidad inquebrantable que eleva el suelo del equipo temporada tras temporada. Pero si esta temporada vuelve a estar disponible un nombre como Damian Lillard, Trae Young o similar, se le va a volver a poner bajo el foco esperando su actuación.Y, por mucho que él siga a la altura, las piezas a ofrecer son las que son. Lástima que nos haya acostumbrado a los milagros.

(Footografía de portada de Mike Ehrmann/Getty Images)

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