Segundo episodio de la aclamada serie en la que aquellos acostumbrados a operar en la sombra son sacados a la palestra. En nuestra particular plaza hoy nos adentramos en la División Noroeste, que no tendrá mecas norteamericanas icónicas como Nueva York, Philadelphia o Toronto. Pero que también tiene historias de sobra que contar. Y, por si fuese poco, alberga al mejor equipo de la temporada regular en el Oeste. Puedes leer la primera parte dedicada a la División Atlántico aquí.
Portland Trail Blazers – Gary Payton II
Secundario elegido el año pasado: Chris Haynes
Es oficial (en realidad todavía no), los Portland Trail Blazers van a cerrar su cuarta temporada consecutiva siendo una de las cuatro peores defensas de la NBA. Desde que en la 18-19 tuvieron el 16º mejor dato defensivo, encadenan un 27º (19-20), dos 29º (20-21,21-22) y este año ocupan el 27º. Esta pobreza atrás ha sido punto de énfasis en la última remodelación acometida alrededor de Damian Lillard en la franquicia de Oregón. Primero con el cambio de Terry Stotts por Chauncey Billups, y este pasado verano con los movimientos llevados a cabo en la offseason.
A este respecto, Gary Payton II debía ser uno de los pilares de una línea exterior que siempre fue el punto más flaco de una defensa ya de por sí endeble. Sin embargo, las lesiones y la poca continuidad ha hecho que el que fuese uno de los mejores guards defensivos de la pasada campaña, capital en el anillo de los Warriors, haya pasado sin pena ni gloria por los Blazers antes de volver a San Francisco.
Por si fuese poco, el traspaso de regreso estuvo envuelto en polémica por presunta ocultación de datos por parte de los Blazers sobre la lesión que afectaba al abductor derecho del jugador. Al final, los Warriors decidieron no ir más allá con la investigación que llegó a poner en riesgo el movimiento porque entendieron que valía la pena el riesgo por recuperar a una pieza tan importante como Payton.
La cortísima etapa de The Glove Jr. en Portland simboliza todo lo que no permite despegar a la franquicia desde que tocasen techo en 2019 con aquellas Finales de Conferencia Oeste frente a los Warriors. El equipo tiene activos individuales como para ser medianamente competentes atrás. Jerami Grant es un gran defensor, Nassir Little suma kilos y tamaño, Shaedon Sharpe ha tenido momentos interesantes y primero Payton y ahora Thybulle directamente son talentos All-Defense. Pero, como viene sucediendo, los Blazers se las arreglan para que en la composición del equipo acaben pesando (mucho) más sus deficiencias que sus virtudes.
Oklahoma City Thunder – Sam Presti
Secundario elegido el año pasado: Tre Mann
“Es el MVP ahí fuera”, dijo hace poco más de un año LeBron James sobre Sam Presti. Y aunque fuese parte de la guerra dialéctica del Rey contra la gerencia de los Lakers, no iba poco encaminado. Soy de los que pone en tela de juicio acumular elecciones del draft como vía directa al crecimiento deportivo. Me parece un trampantojo en el que las franquicias no dejan de caer a pesar de que la realidad tienda a quitarles la razón.
Por cada equipo que logra aunar un núcleo ganador desde el draft (Memphis, Boston, Denver) hay un puñado de ellos que se pierden entre talentos de medio pelo en los que invierten temporadas infumables de poco más de 20 victorias. Pero Sam Presti es de esos que aporta valor real a las elecciones del draft por su olfato. La lesión de Chet Holmgren parecía ser un jarro de agua fría que echaba por tierra cualquier aspiración realmente competitiva de los Thunder, pero a Jalen Williams le ha dado por ser uno de los tres mejores rookies de la camada y el mejor en lo que a peso en el rendimiento deportivo de un buen equipo se refiere.
Sin embargo, no desestimo la opción de que su último acierto sea pura carambola en un loco intento de sumar todos los ‘Williams’ posibles a la rotación de Daigneault. A Kenrich se unieron de golpe Jaylin y Jalen, dos nombres que se pronuncian exactamente igual en inglés, para mayor colmo de la broma. De hecho, en el entorno de la franquicia pronto se acostumbraron a llamar JDub a Jalen, apodo que lleva años acompañándole y su nombre en redes sociales.
Por desgracia, ahora mismo los mocks draft de los principales medios no sitúan a ningún jugador que se apellide Williams (este año se lleva el Miller) entre los 58 que tendrán el honor de estrechar la mano de Adam Silver este año. Así que tocará ver si Presti se mueve con prestanza (jé) para hacerse con algún Williams más entre agentes libres (cuidado con Grant), traspasos o el cada vez más prolífico mercado de undrafteds.
Denver Nuggets – Stan Kroenke
Secundario elegido el año pasado: DeMarcus Cousins
Aunque el manto de Nikola Jokic todo lo tape, la temporada del mejor equipo del Oeste en esta temporada regular empezó con buena dosis de incertidumbre. Tim Connely, el autor del actual proyecto desde los despachos, se marchaba a los Minnesota Timberwolves después de que Stan Kroenke, propietario de los Nuggets, no hiciese los esfuerzos suficientes para mantener al que había sido su General Manager y presidente de operaciones desde 2013.
De hecho, en su día la llegada de Connely a los despachos de Colorado vino también precedida de lo que entonces se juzgó como un disparo en el pie de la propiedad del equipo por la marcha de Masai Ujiri y el fin de la era de George Karl en el banquillo. Durante su primera toma de contacto, Connely cometió varios errores groseros que le costaron una desconfianza generalizada en el resto de franquicias de la liga.
“Definitivamente, hay una falta de confianza cuando Tim te llama. Se lo he oído a varias personas, y ni siquiera es su culpa. Este es un trabajo para el que estuviese preparado. Está ahí por necesidad y se ha visto inmerso en una tríada entre la afición y la propiedad ¿Cómo no iba a coger el trabajo?”, llegó a declarar para ESPN un ejecutivo de la liga en 2014.
Connely aprendió el oficio a marchas forzadas hasta erigirse como uno de los gerentes más reputados de la liga, pero su llegada era fruto de la incompetencia de Stan Kroenke en mantener a personal de élite por su reticencia a pagar. Y este se les ha vuelto a escapar por lo mismo. Los Timberwolves no solo le convirtieron en uno de los directivos mejor pagados de la NBA, también le hicieron partícipe de una porción de la propiedad, un extra que se le suele firmar solo a los mejores en su puesto (Ujiri, Riley…).
El sustituto de Connely fue Calvin Booth, hasta entonces General Manager y mano derecha de Tim. Y, sea por su buen hacer o por el atractivo de tener a un dos veces MVP como reclamo, lo cierto es que a Kroenke la jugada le ha salido bastante bien por el momento. Con una elección número 21, los Nuggets deben estar más que satisfechos con Christian Braun. Caldwell-Pope y Brown han sido incorporaciones cruciales durante toda la temporada. Y, aunque pueda escocer la fea salida de Bones Hyland y los fichajes de Thomas Bryant y Reggie Jackson no hayan dado el resultado esperado, su primer curso al frente de la front office es de notable a falta de enfrentarse al examen más importante del curso. A veces lo barato sale caro y otras veces se tiene suerte.
Utah Jazz – Will Hardy
Secundario elegido el año pasado: Trent Forrest
Los de Salt Lake City quizás sea la mayor factoría de grandes secundarios que haya dado la NBA esta temporada. Kelly Olynyk, Jordan Clarkson, Walker Kessler… Incluso los que ya se han marchado: Jarred Vanderbilt, Michael Beasley, Nickeil Alexander-Walker… Todos han recuperado sensaciones de alguna u otra forma, siendo Lauri Markkanen la joya de la corona y el único en cambiar su estatus por completo.
Y, cuando algo así sucede, toca aplaudir la labor del entrenador. Will Hardy no solo ha sido un increíble amplificador de talento, uno de los principios básicos del buen técnico, sino que ha supuesto un acto de rebeldía hasta que le han cortado las alas desde la gerencia que comanda Danny Ainge.
Normalmente, cuando un equipo que entra en reconstrucción acude a un entrenador joven que afronta su primera experiencia en los banquillos, se espera que sepa ir construyendo dinámicas de grupo y vaya afilando el prematuro talento que se les suele poner entre manos. Pero ganar partidos no estaba entre los objetivos de Danny Ainge el verano pasado.
Los Jazz pronto se convirtieron en una de las sensaciones de la temporada, manteniéndose en la pelea por puertos de acceso a playoff y play-in durante buena parte de la misma. Y gran parte de la culpa la tiene el sistema implementado por Hardy, basado en el continuo movimiento de balón y la ventilación del ataque a través de sencillas secuencias de bloqueos indirectos. El baloncesto del exayudante de Udoka se basa en tener múltiples opciones abiertas en todo momento a partir de un perfecto espaciado y movimientos simultáneos en lado fuerte y débil.
Por supuesto, no hay mayor beneficiario de esto que Lauri Markkanen, al que la pizarra de Hardy ha dotado de completa libertad de movimiento para permitirle tener poca libertad de ejecución. El finlandés se ha convertido en uno de los anotadores más eficientes del planeta sin apenas botar el balón. Su capacidad para recibir en carrera y orientar el cuerpo hacia el aro ha hecho el resto para confeccionar un arma mortífera en los dos puntos más rentables de la cancha: triple y zona restringida.
Pero, más allá de eso, está la conexión con su técnico. “Es un gran técnico y una gran persona. Puedes ir y hablar con él de lo que sea, no sólo baloncesto. Es impresionante lo rápido que ha hecho que el equipo le compre la idea”, declaraba Lauri después de ser seleccionado para su primer All-Star. Puede parecer un puñado de tópicos, pero de estas palabras y los continuos halagos que se ha granjeado Hardy este año se extrae la cercanía y capacidad de convicción del joven entrenador.
Después de que las decisiones de la gerencia en el último cierre de mercado cercenasen al actual bloque, seguramente Hardy tarde en tener un grupo realmente competitivo. Pero él ya ha puesto argumentos de sobra encima de la mesa para dejar claro que está para algo más que foguear imberbes.
Minnesota Timberwolves – Kyle Anderson
Secundarios elegidos el año pasado: Jarred Vanderbilt y Patrick Beverley
Hay veces que lo mejor es escuchar al corazón. Y nada más romántico en la actual NBA que un jugador que hace de la lentitud virtud en un baloncesto donde la mayoría quiere correr. Y no, no es Luka Doncic, sino el mismísimo portador del mejor mote de la actual NBA: Kyle ‘Slow Mo’ Anderson.
Anderson es el triunfo de ir a contracorriente. Un guiñito a aquellos que siempre soñamos con ver a grandes talentos europeos saltar el charco aún a sabiendas de que era imposible insertar su baloncesto en el frenético basket estadounidense. Un ejercicio similar a situar a un enganche clásico en el fútbol actual (ay Juan Román, cómo extrañamos a los de tu estirpe).
Hasta hace no tanto, la parsimonia de Anderson era una broma recurrente entre el aficionado medio. No por tacharle como incapaz, pero la chanza sí que terminaba eclipsando el valor intrínsecamente deportivo del jugador. Pero sus dos últimos años en Memphis ayudaron a situarle como un valiosísimo jugador de rotación, y este año, directamente, como uno de los secundarios que más facilita la vida de los que lo rodean
Especialmente en un conjunto como los Timberwolves, que han sufrido para darle sentido a su ataque durante varios tramos de la presente temporada, resulta de especial valor contar con un jugador que otorga sentido a cualquier jugada que pase por sus manos. Al moverse a un ritmo totalmente diferente a cualquier jugador sin perder nunca el control, a Kyle se le abren ventanas de oportunidad que no existe para el resto. Quizás el defensor salte al tapón antes de tiempo, o la ayuda dé un paso de más para dejar a un hombre liberado anticipando un movimiento que Anderson siempre tarda más de lo esperado en ejecutar.
Slow Mo es el defensor más versátil con el que cuentan los Timberwolves con permiso de Jaden McDaniels, un jugador mucho más acostumbrado al uno contra uno. De su pericia y saber estar para interceptar líneas de pases (las 2,4 intercepciones que promedia son el 13º mejor dato de la liga entre los forwards) parte la paradójica facilidad que tiene para alimentar las transiciones rápidas.
Ningún elogio mayor que decir que hay pocas cosas que Anderson no pueda hacer sobre una cancha de baloncesto, a pesar de que no sea excelso en casi ninguna. Bloqueo y continuación en ambos roles, ataque de defensas en rotación, amenaza exterior (42% en triples), ocasional juego de espaldas… Memphis, el equipo del que partió dolorosamente el pasado verano, ha pasado de ser el sexto mejor banquillo de la competición el curso pasado al 16º en esta campaña. Y, aunque haya otros factores que expliquen dicho bajón, nadie negará en Tennessee lo mucho que echan de menos a un tipo como Anderson.
Además, me gusta la impopularidad de ensalzar su figura un día después de esto.
(Fotografía de portada de Ethan Miller/Getty Images)